La digitalización de la cadena de valor del residuo es clave para generar valor. Miguel Varela reflexiona aquí sobre los últimos cambios normativos a nivel europeo y el nuevo modelo de desarrollo que apuesta por la neutralidad climática y la transformación digital.
No contamos nada nuevo si decimos que esta década que comienza de forma convulsa se apoya en dos pilares fundamentales: la digitalización y la sostenibilidad. Para muestra, las palabras de la Presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen “Los retos de nuestra generación, las transiciones “hermanas” digital y verde, son más urgentes ahora que al inicio de la crisis de la COVID-19”.
El marco estratégico es más que favorable para reorientar el futuro del viejo continente dando paso a un nuevo modelo de desarrollo que apuesta por la neutralidad climática y la transformación digital de las actividades. Ahí tenemos el Green Deal, el Plan de Acción de Economía Circular o el Plan Industrial verde europeos.
La velocidad a la que se desarrollan las tecnologías de digitalización, tratamiento y explotación de los datos abren nuevas oportunidades en sectores tradicionalmente más clásicos. Este es el caso de la cadena de valor del residuo, una actividad en la que la aplicación de las tecnologías de la información plantean un horizonte disruptivo y de crecimiento enorme.
Todos los actores de la cadena, desde organizaciones que producen y generan residuos como resultado de su actividad hasta otras que gestionan estos recursos, tienen en el software y la tecnología unos aliados de primer orden para generar valor, reducir emisiones de gases de efecto invernadero, minimizar sus riesgos ambientales y optimizar sus recursos, dando como resultado organizaciones más competitivas, rentables y positivas medioambientalmente.
El tsunami normativo europeo relacionado con el vector residuos tampoco es menor. El control de la trazabilidad del residuo se vuelve cada vez más riguroso y estricto, desde el origen hasta el tratamiento final. Aumentan también las obligaciones a los productores del residuo, que deben garantizar una correcta gestión del mismo. Eso sin contar las presiones de consumidores y de los mercados.
Teniendo en cuenta todos estos vientos favorables la pregunta es ¿En qué estado se encuentra la digitalización de la cadena de valor del residuo?
El Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA) es un evento que promueve un diálogo abierto para fomentar el desarrollo sostenible en España e Iberoamérica. Este foro, sin duda el más importante en cuanto a sostenibilidad en los países hispanohablantes, celebró su 30 aniversario durante el año 2022.
En esta edición, TEIMAS coordinó un comité técnico en el que participaron más de 30 profesionales y expertos del sector con la idea de analizar el estado de la digitalización del vector residuos desde una perspectiva global, esto es, teniendo en cuenta los distintos agentes que intervienen en todo el ciclo del residuo: productores, gestores, administración y sistemas de responsabilidad ampliada.
Para apoyar este trabajo, desde TEIMAS se llevaron a cabo dos estudios, uno relacionado con la digitalización de la gestión y tratamiento de residuos y otro centrado en la producción de los mismos en empresas españolas.
Los gestores de residuos han sido el agente central en el proceso de digitalización del residuo, invirtiendo en herramientas software para automatizar procesos como el control de la trazabilidad del residuo, la relación con los clientes, la organización de rutas de retirada o la generación de documentación normativa. A pesar de los evidentes beneficios ambientales y económicos de la digitalización, sorprende comprobar que menos del 30% de las empresas encuestadas, sobre un total de 508, utilizaban un software especializado para su actividad.
En el caso de las empresas productoras de residuos, se consultaron 265 grandes corporaciones, solo el 16% de estas afirman disponer de una solución software específica para el control de los residuos producidos en los distintos puntos en los que operan.
Las causas más habituales para la no digitalización están relacionadas con la falta de recursos económicos, la escasa percepción de necesidad, la priorización de otros proyectos más urgentes, la externalización de parte de sus necesidades o el uso de otras soluciones digitales como las hojas de cálculo para llevar el control del vector residuos.
Como podemos comprobar, la transformación digital de la cadena de valor del residuo presenta mucho margen de mejora. El mundo está cambiando cada vez más rápido y los paradigmas que dábamos por sentado cambian a medida que la tecnología avanza. Como ejemplos la popularización de la inteligencia artificial por medio de herramientas como Chat GPT o las potencialidades de la computación cuántica a la vuelta de la esquina.
Difícil hablar de industria 4.0 o 5.0, internet de las cosas, blockchain o inteligencia artificial si los actores de la cadena de valor del residuo están, todavía, en un estado 2.0 de digitalización. Un sector como el del residuo, tan importante en cuanto a potencial de mitigación del cambio climático y la protección de la salud de las personas, no puede permitirse perder el tren de las tecnologías y para ello debe abordar un proceso de transformación digital global.
El excel ya no lo aguanta todo. Es el momento de poner las capacidades del software al servicio de una gestión inteligente, que mejore la calidad de datos, que automatice el control de los flujos de información y de la trazabilidad, piedra angular del residuo, que favorezca el cumplimiento de la normativa y, sobre todo, que permita extraer conocimiento de calidad para elaborar políticas de residuo cero, de economía circular y de mitigación del cambio climático.
Aumentan las exigencias de los mercados y de las personas: ya no llega con parecer verde sino que hay que serlo. El nuevo escenario exige empresas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Organizaciones que vayan más allá del mínimo imprescindible ambiental y sean conscientes de su papel en este nuevo orden mundial. Un cambio de paradigma que supere el actual “problema de los residuos” por “la oportunidad de los recursos” por medio de la digitalización.