La economía global es solo un 7% circular. ¿Cómo reorientar, también desde las empresas, un sistema económico basado en el consumo de recursos para centrarlo en la prosperidad humana dentro de los límites del planeta?
La extracción de materiales aumenta año tras año, por encima de la capacidad de la Tierra de regenerarse y recuperarse. El tradicional modelo económico lineal, basado en «extraer, producir y tirar», más allá de mejorar las condiciones y el bienestar de las personas, amenaza su supervivencia al minar los mismos sistemas de los que la humanidad depende para vivir.
Una economía circular, incluida entre las estrategias del Pacto Verde Europeo, podría revertir esta situación reduciendo la extracción y el uso de recursos naturales a nivel mundial en un tercio. ¿Cómo? Con cuatro acciones clave para lograr objetivos circulares: utilizar menos o hacer más con menos (estrecho), usar más tiempo (lento), usar de nuevo (regenerado) y limpiar (cíclico) para completar el círculo.
Nuestro mundo moderno depende casi en exclusiva de materiales nuevos (materias primas vírgenes). La economía mundial consume unos 100 mil millones de toneladas de materiales y, según el Circularity Gap Report 2023, tan solo el 7,2% se reincorporan a la economía tras el final de su vida útil; son los denominados materiales secundarios. Es decir, más del 90% de las materias se desperdician, se pierden o quedan «encerradas» sin posibilidad de reutilización en edificios u otros bienes.
Esta edición del informe anual sobre la brecha de circularidad, publicado por la fundación Circle Economy en colaboración con la consultora internacional Deloitte, alerta sobre la reducción de la circularidad: de algo más del 9% en 2018 al 8,6% en 2020 y el 7,2% en 2023. Asimismo, el documento llama la atención sobre la necesidad de revertir el exceso implantando estrategias eficaces para avanzar en esta materia.
Las necesidades particulares y los bienes básicos, tales como la alimentación, la vivienda o la movilidad, pueden satisfacerse de manera sostenible adoptando un modelo circular. Para ello, la publicación ofrece una serie de soluciones a modo de hoja de ruta con las que los negocios, las ciudades y los países pueden disminuir el uso de materias primas y los impactos ambientales, como las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sin comprometer los estándares de vida.
De acuerdo el informe 2023, podemos satisfacer las necesidades y los deseos de las personas con solo el 70% de la demanda material actual. La transición a una economía circular mundial asegurará que la actividad humana regrese a los límites planetarios seguros, así como limitar el calentamiento global a 2 grados.
Para conseguirlo, apuntan a cuatro sistemas prioritarios: el sistema alimentario, el entorno construido, la manufactura y el transporte. De implementarse una economía circular en estos cuatro sistemas globales, la extracción de material nuevo podría disminuir un 34%, de 92.700 millones de toneladas a 61.200 millones de toneladas.
La agricultura consume el 70% del agua dulce disponible y contribuye con un tercio de las emisiones mundiales. Las soluciones circulares para la nutrición involucran a toda la cadena de valor agroalimentaria siguiendo el enfoque de la estrategia europea del Pacto Verde «De la Granja a la Mesa», desde la producción, el procesamiento y el transporte hasta el consumo y la eliminación de alimentos. Estas incluyen priorizar la comida orgánica, local y de temporada, evitar el desperdicio alimentario o apostar por la agricultura regenerativa.
El sector de la construcción es responsable del 40% de las emisiones globales de GEI. Diseñar edificios residenciales, comerciales e infraestructura energéticamente eficiente; disminuir los residuos de edificación y demolición; reutilizar, reciclar y renovar con materiales secundarios, así como favorecer los materiales orgánicos como la madera frente al acero o el hormigón, son algunas de las soluciones propuestas para entornos construidos circulares.
Este sistema engloba todas las actividades de producción y consumo de bienes, desde metales, productos químicos, electrónicos, el papel y el cartón hasta los textiles y el plástico. Es necesario priorizar la fabricación de productos de mayor calidad y durabilidad, el apoyo a los modelos de negocio circulares para ampliar la vida útil de maquinaria y equipos o la colaboración entre industrias.
Los actuales sistemas de transporte fragmentan el territorio, consumen mucho material y son dependientes de los combustibles fósiles. Medidas de movilidad circular tales como invertir e incentivar el trasporte público de calidad, minimizar los viajes aéreos o electrificar el parque público y privado de vehículos. Todo ello puede ahorrar cantidades importantes de materiales y emisiones de gases invernadero.
Lograr este cambio sistémico requerirá una transformación profunda y a gran escala de los procesos de producción y consumo mediante políticas, reformas institucionales y estrategias comerciales firmes para cumplir el objetivo del bienestar sin superar los límites planetarios. En este sentido, las empresas están aumentando su compromiso de reducción de emisiones, aunque la mayoría de las compañías a nivel mundial se encuentran todavía dando los primeros pasos en su proceso de descarbonización.
Casi ocho de cada diez empresas (77%) están aún en las primeras fases de su descarbonización o no la han iniciado, según un informe de la agencia de calificación EcoVadis. El estudio Carbon Action Report 2023, que ha analizado 24.500 organizaciones, concluye que las de mayor tamaño lideran la reducción de emisiones de carbono, mientras que el progreso es mucho más lento en las medianas y sobre todo las pequeñas empresas. Entre otras estrategias para disminuir sus emisiones, más de la mitad de las grandes compañías utilizan energía renovable.
Para el año fiscal 2023 y como parte del Pacto Verde Europeo, la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD, por sus siglas en inglés) obligará a las empresas con más de 250 empleados que operen en la Unión Europea a informar públicamente sobre sus emisiones GEI totales. A este respecto, conforme a datos de EcoVadis, casi el 50% ya lo hace y el 29% verifica esta información a través de terceros.
«Hemos comprobado que es fundamental que se fijen objetivos climáticos para que las empresas avancen en el proceso de descarbonización», ha afirmado Giulia Borsa, asesora sénior de soluciones ESG en EcoVadis. Las empresas necesitan planificar su acción climática, para lo cual son esenciales los recursos y las herramientas para el seguimiento, gestión y reporte de emisiones. «La previsión a futuro es positiva, pues el 20% de las compañías se ha comprometido este año con un objetivo de reducción de emisiones, frente al 9% en 2022», añade.
Aplicar, desde los sectores público y privado, soluciones circulares concretas a escala global puede incentivar un cambio sistémico que nos mantenga dentro de los límites ambientales. El citado informe de Circle Economy señala que necesitamos «una visión compartida que nos una hacia un propósito común», el de orientar la economía hacia principios nuevos: reducir, regenerar y redistribuir los recursos de forma equitativa. «Con cada empresa, ciudad y nación que se embarca en su viaje circular, estamos devolviendo a la humanidad a los límites seguros de nuestro planeta».