Las tecnologías ambientales ofrecen a las empresas una solución viable para reducir la contaminación a lo largo de su ciclo productivo, al tiempo que reducen costos y obtienen una ventaja competitiva.
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El cambio climático y la degradación ambiental son los mayores desafíos que la humanidad enfrenta. La preocupación sobre el estado del medioambiente crece por parte de los consumidores, que demandan a los negocios productos, estrategias y técnicas de producción más respetuosas y sostenibles.
Dentro de estas últimas, se contempla la implementación de tecnologías limpias. Las «cleantech» ofrecen una vía para abordar los grandes problemas globales vinculados al medioambiente mediante la innovación tecnológica en las organizaciones. Para, así, allanar el camino hacia una economía descarbonizada y más verde.
El término cleantech se acuñó originalmente en la década de los 90 en referencia a una clase de nuevas tecnologías que se ofrecían a los inversores para reducir el daño ambiental. Hoy, «tecnología limpia», «tecnología verde» o «ecotecnología» se usan indistintamente para aludir a cualquier equipo, instalación o proceso que ayude a disminuir el impacto negativo de las tecnologías o procesos existentes sobre el ambiente o a mejorar la calidad de los recursos naturales contaminados.
Las tecnologías «limpias» abordan la contaminación causada por las tecnologías «sucias» tales como los combustibles fósiles o el transporte, ofreciendo alternativas más respetuosas con el medioambiente o bien sirviendo de apoyo a estas para minimizar su impacto ambiental. El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) se refiere a ellas como «un subconjunto de bienes que contribuyen directamente a la protección ambiental y la mitigación del cambio climático».
Ambos conceptos se confunden a menudo. La tecnología climática se refiere a las tecnologías encaminadas a mitigar el cambio climático mediante la disminución de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Esto incluye tanto la eliminación de GEI del medioambiente como la prevención de futuras emisiones. Pero las emisiones son solo una parte de los efectos del ser humano sobre su entorno.
La tecnología limpia abarca un área más amplia, incluida el agua y la energía limpias, la calidad del aire o la reducción de residuos. Así pues, la tecnología climática se centra en las tecnologías que reducen las emisiones de CO2 y otros gases contaminantes (forestación, captura de carbono, agrotecnología, geoingeniería), mientras que la tecnología limpia cubre una variedad más extensa de tecnologías diseñadas con fines ambientales.
Las también denominadas «tecnologías ecológicamente racionales» comprenden todas aquellas herramientas y estrategias que pueden ayudar a minimizar los desechos o prevenir la contaminación. Los beneficios de la tecnología limpia incluyen la reducción de los riesgos sobre el medioambiente, pero además fomentan la innovación, el desarrollo económico y la creación de empleo, al mismo tiempo que favorecen la resiliencia climática.
Las inversiones en tecnologías respetuosas con el medioambiente han crecido de manera considerable desde que comenzaran a adquirir relevancia alrededor del año 2000, y se espera que esta tendencia continúe en los próximos años. Un claro ejemplo es el de las energías limpias. El avance tecnológico hace que estas sean cada vez más viables.
Las mejoras en la tecnología solar fotovoltaica (módulos solares más potentes y eficientes, células solares, sistemas de seguimiento, etc.) permitirán disminuir los costes en toda la cadena de valor solar durante la presente década, respaldando las perspectivas de crecimiento del sector. Se prevé que la participación de la energía solar en la generación mundial de energía aumente del 3 % al 11 %, según datos de Global X.
Otra área donde se espera que la ecotecnología tenga una repercusión destacada es el empleo «verde». Los trabajos relacionados con la transición energética figuran entre los de mayores perspectivas de futuro, junto con la digitalización y la inteligencia artificial. La OIT estima que la descarbonización posibilitará la creación de 24 millones de nuevos puestos de trabajo en el mundo para 2030, en ámbitos como las energías renovables, la eficiencia energética y las tecnologías de bajas emisiones.
Energía (eficiencia, renovables), movilidad (electrificación del parque móvil), contaminación y calidad del aire, agua limpia… Prácticamente cualquier sector de la economía es susceptible de mejoras medioambientales a través de la implementación de tecnologías limpias, que ayuden a encontrar soluciones a la crisis ecológica. El tratamiento y la gestión profesional de residuos es otra de las parcelas donde aplicar con éxito las ventajas de la digitalización.
La economía circular tiene como objetivo minimizar los desechos y aprovechar al máximo los recursos promoviendo el uso continuo, el reciclaje y la regeneración de productos y materiales. En este sentido, la tecnología digital es una aliada para optimizar los procesos de gestión de residuos, procurando considerables ahorros económicos y de tiempo para las empresas a la vez que se logran progresos en materia de acción climática.
La tecnología limpia es un enfoque orientado a las organizaciones para abordar la crisis climática y la degradación medioambiental. Su fin último es conseguir una mejora ambiental en las áreas de agua, atmósfera, suelos y residuos, entre otras. En los últimos años, el sector de las tecnologías verdes se está beneficiando además de tecnologías «inteligentes» como el IoT y la IA. Sinergias que motivarán interesantes avances en el cuidado del medioambiente. Desde TEIMAS, estaremos muy atentos para contártelo.
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